El taller, perteneciente a una pareja de artistas, tapicera y escultor, se sitúa al fondo de un callejón estrecho y profundo en un entorno frágil, al mismo tiempo que acogedor y bucólico, típico de los barrios obreros de la periferia parisina.
El análisis de la construcción existente descubre unos muros sin cimentación, no adecuados para ser utilizados como apoyo para la ampliación proyectada inicialmente. Proponemos entonces crear una estructura autónoma, exenta respecto del edificio original, que encabalga la edificación existente, sin tocarla. Compuesta de tres pórticos metálicos, esta “gran mesa” soporta la totalidad de la nueva planta, permitiendo duplicar la superficie existente en origen sin aumentar la carga que soportan los muros de planta baja.
El tratamiento de control solar mediante toldos de colores, confieren al conjunto su identidad más representativa y contribuyen potenciar el carácter jovial y lúdico del callejón.